En este contexto se desarrolla la Guerra Fría. Una guerra que no se da de manera frontal sino a través de otros actores y diferentes frentes de conflicto entre el bloque comunista y el capitalista. Podemos ubicar el comienzo de la misma a partir de 1947 con la guerra civil griega, a partir de la cual surge la Doctrina Truman: Es deber de los EEUU apoyar a los pueblos Libres. Esta doctrina estableció el modelo de futuras intervenciones norteamericanas en guerras civiles y revoluciones. Es una demostración de poder político con el fin de detener la influencia soviética en el Mediterráneo. La lucha se plantea entre el mundo libre, que cada vez más se equipara al mercado libre, y la opresión comunista. Si Grecia cae en manos comunistas el peligro se extenderá a Medio Oriente y al mundo entero. Esta fundamentación, entendida como la teoría dominó, atraviesa la historia de los conflictos norteamericanos con el comunismo. La idea de que “el siglo XX es el siglo norteamericano” es la concepción que está detrás de la guerra fría y expresa un cambio en el papel de EEUU frente al mundo. Barnet plantea que si el sistema de la empresa privada es el que mejor estimula el espíritu empresarial, y el que representa el espíritu nacional (y la libertad), el socialismo y la planificación de la economía por parte del gobierno deben condenarse. La política de Estados Unidos será la política rectora y en este sentido la guerra fría inaugura el rol de EEUU como defensor del mundo libre, la carrera armamentista
apoyada por el Estado, que financia investigaciones, y la implementación de una política de intervención económica que se expresa en el Plan Marshal. El crédito a los países europeos para comprar en Estados Unidos permitió la penetración en la economía europea, la proyección de lugares de inversión y el mantenimiento de altos niveles de demanda.
A partir de 1949 la revolución China acelera la Guerra Fría, junto con el triunfo de la guerra de Corea que permitirá la triplicación de la producción armamentista. El golpe de estado será un arma regular del gobierno de EEUU para luchar contra el comunismo, que es redefinido e identificado con el nacionalismo o cualquier doctrina que plantee un capitalismo no alineado.
La expresión interna de la Guerra Fría es el macartismo, que perseguirá a los “traidores internos”. Será el instrumento para eliminar a la oposición de izquierda del establishment y los sindicatos y el impacto de su discurso se explica porque el macartismo fue funcional al clima de la posguerra. Se debía convencer al pueblo norteamericano de que la Europa comunista con la que unos años antes habían derrotado a Hitler, ahora era el enemigo. En este contexto, la Guerra Fría marca el fin de las reformas progresistas de la etapa previa y la contención del movimiento sindical.
¿Qué condiciones necesitan los Estados Unidos para aprovechar las oportunidades generadas por la guerra?. Balan y Sweezy, sostienen que el New Deal implicó un nuevo modelo de acumulación de capital que tuvo su edad de oro a partir de 1950 con la Guerra Fría. Esto significó un cambio sustancial del rol del Estado, el paso del capitalismo liberal al capitalismo monopólico. El Estado de Bienestar dio una vuelta
de tuerca al keynesianismo que ve en el manejo del gasto público y la intervención estatal dos instrumentos claves de la política económica. A través del complejo militar industrial, (50% del presupuesto nacional va a las fuerzas armadas) Estados Unidos garantiza la tasa de ganancia de las empresas armamentistas y subsidiarias. El complejo militar industrial permitió a las empresas privadas ampliar ganancias aseguradas por el estado. A partir de la posguerra creció la idea de que un mayor gasto en el presupuesto de defensa reactivaría la economía estimulando la demanda. Esto es lo que Barnet llama “keynesianismo militar” y que tiene su explicación en el planteo de Rosa Luxemburgo, quien sostiene que en la etapa imperialista las naciones son impulsadas al militarismo y al mantenimiento de grandes ejércitos permanentes, porque es la forma de 5 absorber el excedente generado por las economías capitalistas; excedentes que no
pueden ser destinados a subsidios de viviendas, educación y salud porque estarían compitiendo con intereses privados poderosos. Esto generará una política de crecientes gastos militares y guerra permanente que acompañan al expansionismo económico y las inversiones en el exterior.
La emergencia de un nuevo modelo de acumulación de capital va de la mano con el nuevo acuerdo entre capital y trabajo. Estos dos cambios sustanciales que se producen en los Estados Unidos permitirán que se conviertan en la nueva potencia mundial, desplazando el eje de poder del viejo continente hacia América del Norte.